La obra de Claudio Tolcachir se estrenó en Córdoba con la dirección de Juan Herrera. En Sindicato de Maravillas/La Nave escénica.
Por Baal Delupi
La omisión de la familia Coleman tuvo su origen en el año 2005 en el Teatro Timbre 4, ubicado en el barrio de Boedo, en un PH. Desde entonces, ha cautivado al público agotando localidades en cada función. Su notoriedad ha trascendido fronteras y se ha representado en 22 países, entre ellos China, Francia, España, Italia, Irlanda, Bosnia, Estados Unidos, Bolivia, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Portugal, Alemania, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, Uruguay, Chile, Canadá, Serbia y México.
Además, ha sido subtitulada en ocho idiomas y publicada en italiano, francés, inglés, español y griego.
Tras este más que exitoso recorrido, La omisión de la familia Coleman, con dramaturgia de Claudio Tolcachir, se estrenó en Córdoba con la dirección de Juan Herrera.
La pieza cuenta la historia de una familia al borde de la desintegración, su fractura palpable pero mantenida en secreto, sus miembros coexistiendo en una morada que los cobija y aprisiona simultáneamente.
En escena aparecen el amor incondicional de una abuela, una madre y un hermano con dificultades en el desarrollo madurativo, otro hermano con problemas de adicción y delincuencia, y una hermana que se hace cargo de todos y todas (como también lo hace la abuela, que por momentos busca salir de la casa).
Como si esto fuera poco, hay otra hermana, una separada al nacer por un padre que eligió apartarla de la madre y su hermano, haciendo diferencias y criándola en condiciones económicas muy superiores a las de la familia Coleman (apellido que es tomado de la abuela).
“La omisión de la familia Coleman”: cuando lo indecible se resquebraja, ¿qué emerge?
Toda esta historia tiene su punto de capitón lacaniano (aquel en que un significante queda abrochado a un significado y se constituye una significación) cuando se produce la enfermedad de la abuela y deben llevarla al hospital.
Verónica, la “hermana salvada” como muchas veces la caracterizan sus hermanos, ingresa a “la nona” en un centro privado de salud con todos los lujos que eso significa. La situación se complejiza cuando la familia Colleman completa va a visitarla a diario y convive con Verónica, su chofer, la abuela y el médico.
Es en esa cronotopía espacio-tiempo en el que lo indecible se resquebraja para que emerjan tópicos tabúes que terminan por dislocar la lógica familiar habitual.
¿Cuál es la omisión? No hay que hacer spoiler, pero tampoco hay una respuesta única. Lo no dicho aparece muchas veces como algo que ya estaba ahí sin poder ser nombrado.
Sí se puede afirmar, desde esta óptica, que el hermano Marito es el personaje que articula demandas, rencores, ausencias y esperanzas. Sus latiguillos tragicómicos van marcando el pulso de la narrativa y la identidad familiar, y no es casualidad que la obra abra y cierre con su presencia en solitario.
Finalmente, se puede destacar que esta puesta llega a Córdoba en un momento propicio para las reflexiones sobre lazos familiares y sociales. En un contexto de creciente individualismo y desigualdad, La omisión de la familia Coleman nos convoca a repensar una y otra vez la potencia de lo colectivo como una manera potente de sobrellevar los dolores y las faltas que provoca la existencia humana.
Coordenadas de “La omisión de la familia Coleman”
Domingos de mayo y junio a las 20 en Sindicato de las maravillas/La Nave Escénica (Libertad 326). Reservas y consultas: 351-2366665.
Ficha técnica
Realización escenografía: Guillermo Goffre. Diseño de iluminación: Agustín Sánchez Labrador. Vestuario: Mercedes Coutsiers. Producción/Asistente de dirección: Paula Bessone. Diseño escenográfico: Mercedes Coutsiers. Operadora iluminación: Melanie Hasenclever.
En escena: Irene Gonnet, Virginia Garrone, Estefanía Kiessling, Maricel Hernández, Joaquín Rodríguez, Alejandro Iudicello, Maximiliano Salas, Fabian Spinotti.