Entrevista con “Casa Berlin”

La obra inspirada en los relatos de Lucia Berlin se presenta en Quinto Deva. 

Por Micaela Fe Lucero

Tres amigas se reúnen inspiradas por Lucia Berlin, para leerla, para hablar sobre ella, para empaparse de su literatura y exudar ese universo en lo escénico.

Tres amigas se reúnen inspiradas en Lucia Berlin para, en suma, homenajearla. Así, Carolina Amor, Celeste Costello y Georgina Vorano presentan Casa Berlin, una selección de relatos de la escritora llevados al teatro, propuesta que estrenó en agosto pasado y se puede disfrutar los viernes de septiembre en Quinto Deva. 

Vorano, psicóloga devenida en directora para esta ocasión, charló con Criatura y explicó que la idea nació de las dos actrices durante el año pasado. Decidieron trabajar alrededor de los textos de la escritora estadounidense “porque tienen algo de terrible pero también de luminoso y de divertido”, y partieron de Las (ex) mujeres, “un relato que ella escribe de forma absolutamente teatral”. Ahí fue cuando la convocaron. 

Antes de avanzar en esta entrevista, se impone hablar brevemente del recorrido de Vorano, quien, desde la psicología, se ha dedicado a cruzar teoría psicoanalítica lacaniana y cine. Ha llevado sus investigaciones a, por ejemplo, una charla TEDx; y ha sido columnista de cine y psicoanálisis en diferentes medios. Ahora, su amor por el cine, la literatura y la cultura en general le trajo un nuevo desafío, pararse en el lugar de directora teatral. 

Vorano explica: “Por alguna razón, a Celeste y Carolina se les ocurrió que podían salirse de lo más estándar, convocar a alguien no tan inmerso en el ambiente o con recorrido en dirección, pero que sí tuviera lo que ellas consideraban habilidades para eso, aunque no sean las del campo y las de la experiencia. Yo soy amiga de las dos, así que sabían de mi gusto por estos temas. Y me mandé, hice las advertencias del caso y dije: ‘Si igual tienen confianza, vamos’”.

Lucia Berlin, del papel al escenario

Ya las tres juntas, empezaron a construir Casa Berlin con Las (ex) mujeres como texto central. Se sumaron Manual para mujeres de la limpieza, El Pony Bar, Apuntes de la sala de urgencias, entre otros. A veces, transformaron una frase en “una imagen, una escena”. Para otros, aparece casi textual el relato de la escritora. “Queríamos que esté presente la letra de ella tal cual. Y también una interpretación nuestra de su universo”, señala Vorano. Esa interpretación y lectura atenta se refleja en la puesta, con escenografía y vestuario llenos de belleza, detalles y guiños para quien esté familiarizado con la obra de Berlin. 

–¿Cómo fue el proceso de elegir qué textos iban a representar?

–Empezamos a reunirnos, a conversar acerca de la escritora, de las percepciones que teníamos sobre la obra de ella y sobre la vida de ella, dos cosas que están menos separadas que en otros casos. Con Las (ex) mujeres como plataforma giratoria central, digamos, empezamos a pensar, a revisar los textos, a releer relatos y a ir buscando cuáles de esos relatos nos parecían que podían ser interesantes de seleccionar, y de algún modo, pseudo representativos de la vida de ella, de los contextos que hay en su obra, y que podíamos reducir y seleccionar para hacer una suerte de muestra de su universo. Una muestra, homenaje del universo que ella construye. Entonces hubo primero un momento de amplificación, de leer y, sin predeterminaciones, empezar a seleccionar lo que nos iba interesando más y lo que nos parecía más escenificable. Y después vino un segundo momento, ya más difícil, de reducción. 

–Hablaste de lo “terrible” y “luminoso” en los textos de Lucia. También hablan de mostrar un “universo femenino”. ¿Podés ampliar esas ideas para contar qué es lo que más les atrae de esta escritora?

–La obra de Lucia Berlin es sobre su vida. Eso no lo oculta. Pero realiza una operación ficcional y literaria muy precisa sobre esa vida. Ella tuvo una vida particular, un poco errática, por momentos. Se mudó muchas veces, vivió en Alaska, vivió en muchos estados de Estados Unidos, después vivió en Chile, en México, en Nueva York. Tuvo muchas mudanzas. Y así como tuvo muchas mudanzas de casas, de espacios, también tuvo mudanzas de maridos, de parejas. Y tuvo mudanzas de profesiones. Una suerte de obrera de la literatura, ¿no? Por otro lado, estudió, pero no con una trayectoria académica lineal. Además, tuvo cuatro hijos, eso también fue influyendo en las cosas que necesitaba hacer y que podía hacer. Fue profesora de letras, enfermera, trabajó como mujer de la limpieza cuando quedó sin su marido, con cuatro hijos, para mantenerlos. Y escribía de ese modo, realizando oficios, criando hijos y escribiendo con esa pasión, en momentos que le quedaban.

Y hay un rasgo muy particular en el modo en que ella escribe todos esos avatares de su vida que los vuelve significativos, interesantes, divertidos, que les da relieve. Sabe construir de las cosas cotidianas algo mundano y maravilloso al mismo tiempo. Y tiene ese rasgo tan particular que ella, en un relato que se llama Silencio, lo dice, que no le importa contar cosas terribles si las puede hacer divertidas. Entonces ella tenía este devaneo, entre lo extravagante, lo errático, pero siempre con cierto optimismo presente. Por eso, lo que decía al principio: transformaba lo terrible en algo con relieve y al mismo tiempo luminoso y divertido. Esa operación de ella es lo que nos resultaba atractivo como una mujer particular, como una suerte de outsider, ¿no? Esa característica de la feminidad en la que por momentos terminaba en una deriva, pegaba la vuelta, y encontraba la forma de rehacerse y de poner algo de luz en lo que iba viviendo.

–En base a eso, ¿cómo fueron uniendo los relatos, las escenas?

–Fue un desafío. La selección había sido bajo el criterio de nuestro interés y restaba ver cómo hilvanar eso. Si bien es un tipo de obra que te muestra el universo de alguien, y que en ese acto la homenajea también, y hay algo de formato variété, no queríamos que fueran compartimentos estancos. Así que los fuimos hilvanando, si se quiere, bajo el concepto de mudanza, de transformación, y la relación con lo femenino. Entonces, una escena va llevando a la otra a partir de pequeñas apoyaturas que se van transformando. Y a partir de ciertas apoyaturas van entrando otras en escenas. Pero todo tiene que ver con la mudanza y con lo femenino, que puede admitir las mudanzas y las máscaras de una manera más fluida. 

Una ‘no dirección’

¿Cómo vivió Vorano esta primera experiencia de dirección teatral?

“Fue una experiencia de construcción colectiva, definitivamente. Sobre mi rol, bueno, las actrices no pueden verse a sí mismas, como uno no se puede mirar el propio rostro a menos que sea en un espejo. Entonces, fue ocupar un lugar de artificio para poder hacer circular la mirada, para poder señalar algunas cosas, también ayudar a resolver conflictos, hacer fluir la comunicación, balancear planteos, y también hay mucho de esperar, esperar en silencio”, reflexiona.

El acto de esperar en silencio remite inmediatamente a una sesión de terapia psicoanalítica. Vorano se ríe ante la idea y coincide: “Sí, fue una dirección muy psicoanalítica, de esperar los tiempos y momentos para que algo decante, para que algo aparezca. Yo decía que esta era una ‘no dirección’, como el ‘no cumpleaños’, de Alicia en El País de las Maravillas. Pero fue decididamente una creación colectiva en la que tuve la posibilidad, por ahí los psicoanalistas hacemos eso, de ponernos un cierto semblante, ocupar un lugar necesario según lo que haga falta a cada momento, no está predeterminado”. 

Mudanzas y transformaciones. Oficios que se mezclan, que mutan, como si fuera otro homenaje más, sutil y no buscado, a la autora que admiran. 

Coordenadas 

Casa Berlin. Fragmentos escénicos de Lucia Berlin. Viernes de septiembre a las 21 en Quinto Deva (Pasaje Agustín Pérez 10). Entradas en antesala.com.ar/evento/1348

Ficha técnica

En escena: Caro Amor y Cele Costello. Dirección: Georgina Vorano. Diseño sonoro y música original: Mariano Gentile. Diseño lumínico: Daniel “Gringo” Maffei. Idea y realización escenográfica: León Calviño y Cele Costello. Montaje escenográfico y operación de sonido: León Calviño. Operación de luces: Mauricio Sautu. Fotografía: Gentileza del equipo.

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